miércoles, 2 de marzo de 2016

28F

Para todas y todos los andaluces, el 28 de febrero es día de celebración. Esa fecha se fijó en el calendario para homenajear nuestra herencia y celebrar nuestra identidad; y además, este año, se convierte en un día para hablar de Andalucía y de su futuro.

El sentimiento e identidad andaluza aún pervive, aunque haya quien, desde las Instituciones, siga empeñado en que ese día quede reducido a un mero día festivo y con una institucionalidad alejada de la gente. Queremos un 28F vivo porque queremos a una Andalucía viva y con un horizonte claro.

El 28 de febrero de 1980, fue consecuencia de las movilizaciones ciudadanas del 4 de diciembre de 1977; y también, se convirtió en el motivo de que un año después se firmara nuestro primer Estatuto de Autonomía. El pueblo andaluz fue el que más insistentemente se esforzó y movilizó durante la Transición para lograr el máximo nivel de competencias para las instituciones autonómicas. Y tal esfuerzo esperaba que los amplios poderes y recursos ganados para sus instituciones autonómicas se pusieran al servicio de unos objetivos claros: desarrollo, bienestar, retorno de los emigrantes y modernización de nuestra tierra. Ese fue el pacto entre el pueblo andaluz y sus representantes sellado el 28F.

Pero quienes hoy hablan del 28F no lo demuestran ni en gestión pública ni en defensa de nuestros intereses. Cuando en otros puntos del Estado la ciudadanía estaba poniendo en cuestión el modelo autonómico, nuestras y nuestros dirigentes andaluces no han defendido los intereses de Andalucía reforzando los valores del autonomismo andaluz, sino que los han utilizado perversamente como excusa para el centralismo, el inmovilismo o la imposición autoritaria, cuando precisamente nacieron para hacer frente a estas amenazas.

Necesitamos, con urgencia, ponernos a hablar de Andalucía, a trabajar por un futuro más próspero dentro de un Estado que garantice la expresión de las distintas identidades y de su convivencia.

Hablar de Andalucía significa hablar de servicios públicos de calidad y accesibles a toda la ciudadanía; de Instituciones Públicas transparentes controladas por las y los andaluces, donde ninguna persona que haya delinquido contra su tierra pueda verse impune; y un Sector Publico que siga las garantías del Derecho, siempre huyendo del clientelismo y las estructuras paralelas. En nuestro proyecto no cabe una economía dependiente del turismo, con todos los costes sociales y medioambientales que supone su práctica tan intensiva, ni que pierda la cabeza con fantasmas como el ladrillo; pensamos en una Andalucía diversa en lo social y diversificada en lo económico.

Ha llegado el momento de configurar un nuevo modelo de Estado, de reconstruir la democracia desde la ciudadanía. De recuperar, en Andalucía, los valores autonómicos del 28F de la mano de un nuevo acuerdo, que el PSOE no puede ya liderar. Ahora necesitamos mirar hacia el futuro y construir un nuevo país, más solidario, distinguido por la unidad en la diversidad.

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