El filosofo y teórico de los medios de comunicación, Franco Berardi “Bifo”, dice “No hay solución italiana a la situación italiana, porque sólo a nivel europeo se puede crear una nueva forma política adaptada a la riqueza de la inteligencia colectiva europea. Y sólo una insurrección europea puede abrir un nuevo horizonte a la sociedad italiana”. Pero este escritor y militante de izquierda se está olvidando de un colectivo que puede hacer caer a Berlusconi, las mujeres. El empoderamiento de las mujeres es esencial en la sociedad moderna y algunos síntomas sugieren que se ha abierto una brecha que podría ser definitiva para el poder de Berlusconi. Las mujeres italianas se sienten humilladas y ofendidas porque el desprecio a la mujer ha ido demasiado lejos. Berlusconi no es un macho patriarcal, los machistas dan un rol aunque sea secundario a la mujer, él niega todo rol a la mujer, la mujer queda reducida a un cuerpo yacente, de usar y tirar. Por eso, muchas italianas han dicho basta y se están rebelando, incluso las mujeres de su palacio, las de su harén, que con su rebeldía pueden hacer caer el sistema. Berlusconi siempre había creído que el peligro estaba fuera, en el Constitucional, en el Supremo, en Jueces y Fiscales, y que había que neutralizar las investigaciones, imputaciones y juicios que le habían abierto. Nunca pensó en la oposición o en la izquierda porque no le inquietaban por su desidia -Berlusconi es su consecuencia y no su causa-, o en la Iglesia a la que consideraba cómplice -Vittorio Messori, asesor de la Comisión Episcopal, decía “mejor un putero que haga buenas leyes para la Iglesia, que uno catoliquísimo que nos perjudique”- y, por supuesto, menos de las mujeres, empezando por su esposa, Verónica Lario, que terminó diciendo de Berlusconi en el proceso de divorcio: “es un hombre enfermo que frecuenta a menores”. Las mujeres a las que ofendía, despreciaba y usaba de sus cuerpos como si fueran cadáveres, están vivas y muy vivas, y pueden hacer caer el sistema. Berlusconi pensaba que su poder era inatacable, que lo controlaba todo y lo podía todo, pero no había previsto que existía un poder, las mujeres, con fuerza para moverlo del gobierno por sus escándalos.
María José Jiménez Izquierdo