En estos días, estoy recibiendo por correo electrónico información de la organización Hazte Oír, con mensajes del plan de acción de MasLibre.org, apoyando una campaña por la libertad religiosa en España mediante la difusión de sus consignas y una aportación mensual o única de la que ya tienen recaudada 90.000 euros. Esta campaña es, según ellos, para defender la libertad religiosa y tutelar que ninguna persona sea denigrada por causa de su fe. ¡Qué paradoja que pidan libertad religiosa los que están en contra de la liberta religiosa! No estaría de más que antes de montar estas campañas leyeran a San Pablo, en el capítulo 14 de la Carta a los Romanos: “Los débiles deben obrar según su conciencia, que debe ser escrupulosamente respetada por los fuertes”. O a Santo Tomás de Aquino que decía: “La verdadera libertad no consiste en hacer lo que quieras, sino en hacer lo que debes, porque quieres hacerlo” Y es que una vez más hay que recordarles a estos ultras del catolicismo que en nuestro país no se respeta la neutralidad religiosa del Estado debido a las presiones de la Iglesia Católica. Lo hemos visto este lunes en las conclusiones de la Conferencia Episcopal sobre el proyecto de ley de muerte digna, que se está discutiendo en el Parlamento de todos los españoles. Ahora los obispos dicen que hay que rebelarse contra esta ley, que no debe ser obedecida, porque atenta contra el derecho a la libertad religiosa al priorizar en el texto la voluntad del paciente sobre la del médico. Y es que no se dan cuenta, ¿o sí? que al no respetar esa neutralidad del Estado equivale a no aceptar una de las reglas constitutivas de la vida pública. Todo ciudadano debe exigir, según la Constitución Española (C.E.), que se respeten sus derechos y que el Estado asegure a todos los ciudadanos la posibilidad de vivir libremente su propia creencia religiosa, pero con neutralidad. Y es que lo dice el artículo 16.3 de la C.E.: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Por este párrafo, según los fundamentos de la Filosofía del Derecho, podemos decir que nuestra Constitución es laica o aconfesional. Aunque la Iglesia y sus acólitos no lo quieran admitir. Está demostrado que en los países europeos donde existen constituciones y leyes laicas, estas son un elemento claro y comprensible portador de las mejores políticas de integración y cohesión social. San Agustín lo decía: “En el tiempo presente, los malos deben ser tolerados, no separados. La separación se hará en el juicio”. Al final me parece que estos católicos de HazteOir, permitidos, tolerados y apoyados por la Jerarquía Católica y la Comisión Episcopal, ni conocen, ni comprenden la doctrina de su propia Iglesia que quieren imponernos. Así nos va.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez